Historia de una puerta

Fotografía de José Hernández León
 
Por José Delfín Val
Cuando en 1890 se produjo el derribo del hospital de la Resurrección, la puerta principal, de una altura cercana a los cuatro metros, fue comprada por Agapito de Íscar, agricultor y bodeguero del pueblo de Serrada, quien la colocó en la trasera de su casa en la calle del Pozo Bueno, actualmente rotulada como calle de Antonio Medina de Castro, militar, de la familia Medina Bocos y héroe del llamado Desastre de Annual. Así pues, además de la figura del Resucitado, (que se conserva en el patio de la Casa de Cervantes), se había salvado la puerta principal del famoso hospital cervantino, cosa que hasta hace poco ignorábamos.
Agapito de Íscar en 1890 se había comprado un burro para viajar. Sí, sí, un burro para viajar. En aquellos últimos años del siglo XIX las carreteras eran infames y lo más cómodo y rápido era viajar en burro por los caminos. Las mulas quedaban para el laboreo, y el burro hacía las veces del todo terreno. Con burro se viajaba feliz y desembarazado y contemplando el paisaje, que pasaba lentamente. En burro llegó a Valladolid Agapito dispuesto a comprar la puerta del hospital derribado.

Hospital de la Resurreción

El vallisoletano César Medina Bocos -poliédrico personaje al servicio de la cultura y la sociedad como abogado, gobernador y poeta-, enterado de que muy cerca de su casa de Serrada (popularmente llamada la Casa Grande o la Casa del Obispo) estaba la puerta del hospital cervantino, se la quiso comprar a los herederos de Agapito de Íscar, cosa que hizo tras no pocas negociaciones, obligándose a restituir la vieja por una nueva. Pero al desmontar la gran puerta, la madera se encontraba tan podrida y en tan mal estado que una gran parte de ella quedó para leña y solamente pudo conservarse íntegra y en no mal estado la puerta pequeña que formaba parte de la gran puerta, la de uso cosntante, la llamada puerta "de personas", es decir, el postigo, con su correspondiente claveteado de hierro.

Fotografía de José Hernández León
La familia Medina conservó esta puerta durante muchos años adosada a una pared de bodeguín, en el patio interior de su casa de Serrada; y en la actualidad se halla en el portalillo de acceso a la casona, acompañada de unas cerámicas pintadas en las que figuran unos versos de Nicómedes Sanz y del propio César Medina Bocos:

"En 1603 por esta puerta
hidalgo flaco en pura geometría
cruzó el manco glorioso cierto día
la espada al cinto, la mirada alerta..."

Estos versos escribió Nicomedes Sanz rememorando la estancia del viejo soldado Miguel de Carvantes en Valladolid  y su paso, quizá, por ese hospital vecino de su casa en la calle Nueva del Rastro de los Carneros.
Y su colega y anfitrión, Cesar Medina Bocos, le correspondió con estos otros:

"De Cervantes el genio soberano
convirtió en realidad lo que fingía.
Por esta misma puerta salió un día
el desdichado alférez Campuzano". 

Campuzano había curado en veinte días de sudores la felicidad granjeada en una hora, como herencia al casarse con una mujer de vida disoluta. Póngales ustedes la rima.


-Fuente: Historias notorias de Valladolid. José Delfín Val

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