La playa de Valladolid


Sí, sí, has leído bien,"La Playa de Valladolid". Si no eres de la capital del Pisuerga debes saber que Valladolid puede presumir de ser de las pocas ciudades que a pesar de estar a 250 km del mar tiene su playita, que muchas quisieran.


Vista de la playa desde lo alto del edificio Duque de Lerma

Valladolid siempre había utilizado su río para esparcimientos lúdicos y deportivos. En el siglo XIX, los aprendices de curas ingleses del Colegio de San Albano asombraban por su destreza al patinar sobre las aguas heladas del Pisuerga, y en los albores del XX se jugó frente al Puente Mayor uno de los primeros partidos de water polo de este país protagonizado por dos equipos, el Rana y el Cangrejo.




Cerca de este escenario se instalaron poco después casetas de baños para hombres -La Carola y el Niágara- y en vista del éxito, una para mujeres -El Jordán-, que tuvo menos aceptación porque el entonces llamado sexo débil no estaba por la labor de mostrar en público sus interioridades.


Todas aquellas nostálgicas casetas de madera desaparecieron al construirse las piscinas Samoa, año 1935, pero lo que de verdad añoraba la ciudad humilde que no podía irse al Norte a pasar las vacaciones, era una playa.
Y eso fue lo que el alcalde González Regueral propuso a la Corporación Municipal, construir una pequeña playa fluvial desde las Aceñas del Batán hasta las piscinas, casa de baños incluída, que permitiera el lícito esparcimiento de las clases modestas, o sea la mayoría, durante los cálidos meses del estío.



Una idea acogida con entusiasmo por todos...menos por el Jefe Provincial de Sanidad, señor Alvarez Romero, que en un escrito del 11 de noviembre de 1949, desaconsejaba el proyecto porque y resumiendo, "los colectores del alcantarillado y el general desembocaban demasiado cerca de la ciudad".


Un año después, o se hizo caso omiso del documento o se cumplieron las recomendaciones, ya que en el verano de 1951 entró en servicio una modesta playita con los servicios que también aconsejaba Sanidad: unos vestuarios de 44 metros de longitud por 4,75 de anchura que albergaban seis cabinas para señoras, seis para caballeros, aseos, guardarropa y botiquín.


Lo mínimo para echar a andar, aunque a todas luces insuficiente para la creciente demanda de bañistas fluviales que obligó al Ayuntamiento a ampliar considerablemente esos servicios y a mejorar también la calidad y limpieza de la tierra, mezclada con pequeñas piedras que eran un martirio para aquellos tritones de agua dulce.


El nuevo edificio de la playa del Batán -esa fue su primera denominación- no solo era más espacioso sino mucho mejor dotado que el anterior. En 1953 es adjudicada la explotación de la casa de baños a un vecino de la calle Fuente el Sol, Benigno Valdés Iglesias, quien se comprometió a realizar un desembolso en género para después ponerlo en alquiler.
El Ayuntamiento autorizaba al concesionario a servir bocadillos y meriendas en la terraza del edificio, así como refrescos con los precios asignados para bares de tercera categoría. Aquella terraza con vistas a Las Moreras y al río con su recién estrenada playa tuvo mucho éxito porque el baño abría el apetito y se podía comer y beber por muy poco dinero.


En la actualidad

Así fueron transcurriendo los veranos en la playa del Batán, con guardias municipales de uniforme al acecho de algún bañista que se propasara para imponerle una multa y tener contento al concejal. Y que nadie sin saber nadar, se fuera más allá de la barrera de seguridad indicada en unos discos que avisaban de la profundidad.
Cada año la Corporación Municipal libraba una partida presupuestaria para reconstruir lo que las riadas se habían llevado por delante en invierno e ir mejorando paulatinamente la dotación de servicios, pero nunca se atrevió de verdad a afrontar el problema de limitación de espacio de la playa, acotada aguas arriba por la presa del batán y por las piscinas aguas abajo. Y cuando muchos años después se ha superado por fin esa endémica dificultad resulta que el Pisuerga está contaminado y a la gente le ha dado por irse de vacaciones al Caribe.

-Fuente: Valladolid Cotidiano (1939-1959). (José Miguel Ortega Bariego). ISBN: 84-95917-40-8




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
En Logroño también teníamos nuestra playa en el Ebro. Qué recuerdos.
Anónimo ha dicho que…
Pues eso que nos hicimos ricos y eso nos hace pensar que nuestra playa ya no nos vale. Pero con una ducha tras el baño ¡todo solucionado!. EL agua de algunas playas del mediterráneo están peor que esta.
PatriciaIVicens ha dicho que…
Anoche he soñado que me mudaba a Valladolid, cerca de la playa. Cuando desperté, me hizo gracia pensar que hubiese una playa en el medio de la península, pero al buscar en Google, tremenda sorpresa me has dado. No recuerdo haber escuchado acerca de esto antes y llevo fuera de España desde el 78, asi que...quien sabe, el día que me pensione, a la playa hemos de ir.
PatriciaIVicens ha dicho que…
Anoche soñe que me mudaba a Valladolid, cerca de la playa. Cuando desperté, me hizo gracia pensar que hubiese una playa en medio de la península. Menuda sorpresa al buscar en Google y leer tu artículo. Nunca había escuchado de esto, pero quien sabe, cuando me pensione, a la playa de Valladolid hemos de ir.
Anónimo ha dicho que…
Que envidia..en Sevilla no hay manera y mira que la necesitamos..