Marina Escobar

Nació en la casa número 8 de la calle del Rosario, el día 8 de febrero de 1554. Quiso ser religiosa carmelita pero la propia Teresa de Jesús se lo negó diciendo: “…anda hija no has de ser monja que Dios te quiere en el rincón de tu casa para cosas grandes…”. Y así fue: tuvo una vida entregada a los más necesitados, llegando a pedir limosna para mantenerse y alimentar a los pobres. Su gran espiritu de piedad y humildad fue reconocido por todos sus conciudadanos.
Durante la peste que asoló Castilla en el años 1630 Doña Marina recorrió las casas de los enfermos. Los momentos que tenía libres los dedicaba a coser, trabajando para los pueblos inmediatos, particularmente para Fuensaldaña, por lo que se la dio el nombre de “la costurera de Fuensaldaña”.
Vivian con esta devota señora algunas jóvenes, quienes después de instruirlas ingresaban en conventos, y con parte de estas jóvenes fundó el convento de Santa Brígida, redactando ella misma sus constituciones. El convento fue el primero de esta orden en España. Doña Marina escribió también diferentes tratados religiosos.
Padeció una dolorosa enfermedad que convirtió sus últimos 30 años en un sufrimiento continuo. Los doctores que la asistieron atribuían este mal a causas sobrenaturales. Los directores espirituales que la aconsejaron fueron los más eminentes de le época. Murió también en Valladolid el día 9 de junio del año 1633.


El Ayuntamiento reconociendo la gran labor humanitaria de esta señora denominó a una de sus calles principales como de Marina Escobar.
No fue oportuna la designación, pues podía haber sido la calle en la que nació, cerca de donde se situó el convento de Santa Brígida, hoy palacio del licenciado Butrón (archivo de la Junta de Castilla y León) o donde fue enterrada (San Ignacio, hoy parroquia de San Miguel). Es decir, algún lugar relacionado con su vida, pero precisamente y por avatares caprichosos del destino, la calle elegida para llevar su nombre (antigua calle del Candil) tenía un recuerdo muy distinto de las virtudes de Doña Marína: en ella se había situado la Mancebía pública, las casas de prostitución reconocidas.
Retratos de Doña Marina se pueden contemplar en el Museo de Santa Ana y en la iglesia de San Miguel.

-Fuente: La ciudad, escenario para unos protagonistas. (Mercedes Valbuena Barrasa e Isidoro González Gallego). Editado por el Ayuntamiento de Valladolid. ISBN: 84-87473-21-0

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